
Lo primero para hacerle el amor a un recuerdo:
es querer hacerle el amor al recuerdo.
Luego con suaves caricias quitarle el abrigo del olvido a la memoria;
desabotonarle lentamente la camisa al pasado, susurrándole palabras de amor en otra idioma, – el de la complicidad de los amantes -. Con cautela, pero con arrojada decisión, bajarle los pantalones a la añoranza.
Y cuando por fin estemos frente al cuerpo desnudo de nuestro recuerdo deseado
deslizar nuestras manos por la espalda acariciando la piel tersa de esos días lejanos;
cubrir con besos de ansiedad y caricias de desespero en esa presencia traslúcida.
Por último, relajar el propio cuerpo para así ser penetradas por la imagen.
Avellaneda Flórez