La poesía, por su naturaleza introspectiva y emocional, ha sido un refugio para muchos de los espíritus más sensibles y turbulentos de la historia literaria.

A través de los siglos, algunos poetas han enfrentado batallas internas tan profundas que han terminado por suicidarse. Este fenómeno ha sido motivo de reflexión para críticos y lectores, quienes buscan en sus versos las señales de esa lucha interna que culminó en su trágico final.

En este artículo, repasó la vida y obra de algunos poetas célebres que, en medio de su genio literario, decidieron terminar con sus vidas.

Sylvia Plath (1932–1963)

Sylvia Plath es quizás el nombre más conocido cuando se habla de poetas suicidas. Su vida estuvo marcada por la depresión y episodios de hospitalización debido a problemas de salud mental. Su poesía refleja a menudo su angustia personal, explorando temas como la muerte, la alienación y la búsqueda de identidad. Su obra más conocida, Ariel, publicada póstumamente, muestra una madurez poética que llegó tras años de lucha interna.

Plath se suicidó el 11 de febrero de 1963, dejando a sus hijos dormidos mientras sellaba herméticamente la cocina y encendía el gas. En su última carta a su psiquiatra, dijo estar “enferma de ser yo”. Uno de sus poemas más famosos, Lady Lazarus, revela de manera visceral su relación con la muerte:

Lady Lazarus
Morir
Es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para que se sienta como el infierno.
Lo hago para que se sienta real.
No es difícil aprenderlo.
Es lo que más me resulta natural.
Creo que debo ser, por derecho, una maravilla.

Anne Sexton (1928–1974)

Anne Sexton fue una poeta estadounidense profundamente influenciada por Sylvia Plath, con quien compartió tanto la lucha contra la depresión como la inclinación a escribir poesía confesional. A través de su poesía, Sexton confrontó temas como la maternidad, la sexualidad y la muerte con una franqueza poco común en su época. Aunque parecía haber encontrado una forma de lidiar con sus demonios internos a través de la escritura, la desesperación finalmente la venció. Se suicidó en 1974, inhalando monóxido de carbono en su coche, tras haber ganado el premio Pulitzer en 1967.

Uno de sus poemas más desgarradores es Wanting to Die:

Wanting to Die
Pero suicidarse no es nada nuevo.
Una vez lo has poseído, lo tienes para siempre.
Suavemente se estira bajo tu almohada,
susurra en tu oído a la hora del desayuno,
dice: Solo ámame, ámame,
el desesperado equilibrio de la muerte.

Vladimir Mayakovsky (1893–1930)

El ruso Vladimir Mayakovsky fue una figura central del futurismo soviético, conocido por su poesía revolucionaria y su creencia en el arte como agente de cambio político. A pesar de su éxito y reconocimiento, su vida personal estuvo marcada por una profunda insatisfacción. En 1930, Mayakovsky, quien había sido un ferviente defensor de la revolución bolchevique, se sintió cada vez más desilusionado con la dirección que tomaba el régimen. Esa desilusión, junto con sus problemas personales, lo llevaron a dispararse en el corazón a los 36 años.

Su poema A plena voz, escrito poco antes de su muerte, contiene este emotivo fragmento:

A plena voz
¡Escuchen!
Si las estrellas se encienden,
es porque alguien las necesita.
Es porque alguien desea que existan.

Hart Crane (1899–1932)

Hart Crane, poeta estadounidense conocido por su denso estilo lírico y su obra épica The Bridge, sufrió problemas de alcoholismo y depresión durante gran parte de su vida. A pesar de su prodigioso talento, la vida de Crane estuvo plagada de fracasos amorosos, profesionales y personales. En 1932, tras un largo viaje en barco, Crane se lanzó al mar desde el SS Orizaba y desapareció en las aguas del Caribe. Su muerte dejó al mundo literario perplejo, pues su talento parecía prometer más grandes obras.

Uno de los poemas más conocidos de Crane, Repose of Rivers, sugiere una especie de resignación ante el caos de la vida:

Repose of Rivers
Los ríos se han levantado…
Los ríos han subido en ti y en mí,
con una resaca que no disminuye.

Sergei Esenin (1895–1925)

Sergei Esenin, poeta ruso y figura importante del movimiento imaginista, era conocido por su lirismo y su amor por el campo ruso. Sin embargo, su vida estuvo marcada por el alcoholismo y la depresión. Tras un periodo de hospitalización, Esenin se suicidó en una habitación de hotel en Leningrado, colgándose con una cuerda hecha de sábanas. Antes de morir, escribió su último poema con su propia sangre, un adiós poético que se ha vuelto famoso por su tono sombrío y su inevitable aceptación del destino.

El poema final que escribió, Adiós, amigo, adiós, es uno de los más conmovedores de su obra:

Adiós, amigo, adiós
Adiós, amigo, adiós,
Querido mío, estás en mi pecho.
Este adiós predestinado
promete encontrarse más allá de los límites de la vida.

Cesare Pavese (1908–1950)

Cesare Pavese, escritor y poeta italiano, fue una figura prominente en la literatura italiana del siglo XX. Influenciado por escritores estadounidenses como Herman Melville y Walt Whitman, Pavese exploró la soledad, la alienación y la imposibilidad del amor en sus obras. Tras una serie de relaciones fallidas y una constante lucha con la depresión, Pavese se suicidó en una habitación de hotel en Turín en 1950, tomando una sobredosis de barbitúricos.

Uno de sus poemas más representativos es Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, escrito poco antes de su muerte:

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos,
esa muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto.

Conclusión

Los poetas mencionados aquí, aunque diferentes en estilo y época, compartieron una lucha interna profunda que, a pesar de la belleza y el poder de su arte, los llevó a su trágico final. Sus palabras, sin embargo, perduran, y a través de ellas, podemos vislumbrar tanto su desesperación como su genio creativo. El suicidio en estos casos no disminuye su legado literario; más bien, añade una dimensión más dolorosa y compleja a la forma en que interpretamos su obra. Cada uno de estos poetas dejó tras de sí un testimonio único de su existencia, un legado inmortalizado en versos que siguen resonando a través del tiempo.

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Written by Avellaneda Flórez
¡Hola¡ Soy Avellaneda Flórez, licenciada en literatura de la Universidad del Valle. Soy, una mujer que se dedicó a la literatura como oficio, pues soy docente de lengua castellana. Busco trabajar con la literatura no solo en las aulas de clase sino en espacios poco convencionales como parques, ancianatos, plazas de mercado, la ruta de un bus.