
La autora surcoreana Han Kang, reconocida internacionalmente por su obra La vegetariana, regresa con una novela profundamente introspectiva y cargada de simbolismo: La clase de griego.
Esta obra, publicada originalmente en coreano en 2011 y traducida al español recientemente, es una meditación sobre el lenguaje, el cuerpo, el dolor y la identidad. A través de una prosa delicada y poética, Han Kang entreteje la historia de dos personas que se encuentran en el silencio, la vulnerabilidad y el deseo de comprensión.
Argumento y personajes
La clase de griego gira en torno a dos protagonistas: una mujer que ha perdido la voz y un hombre que da clases de griego antiguo. Ella, cuya identidad se mantiene deliberadamente opaca, sufre una afonía repentina que parece tener raíces tanto físicas como psicológicas. En su búsqueda por comunicarse más allá del habla, se inscribe en un curso de griego antiguo. Él, su profesor, es un hombre con una discapacidad visual que percibe el mundo de forma diferente y que también arrastra su propio pasado de dolor.
La narrativa alterna las perspectivas de ambos personajes, lo que permite al lector explorar no solo sus pensamientos más íntimos, sino también las formas en que el sufrimiento los transforma y los conecta. Lo que los une no es tanto una historia de amor convencional, sino una conexión más etérea, más emocional, en la que el lenguaje —precisamente el griego antiguo— se convierte en un puente hacia lo esencial, hacia lo humano.
Temas centrales
Uno de los ejes centrales de La clase de griego es el lenguaje como forma de conexión y también como límite. La elección del griego antiguo no es fortuita: es un idioma que ya no se habla, pero cuya riqueza filosófica y poética sigue teniendo resonancia. La protagonista, al perder su voz, se enfrenta a la pregunta de qué significa realmente comunicarse. ¿Es posible entender al otro sin palabras? ¿Puede el silencio ser una forma de resistencia, de cura o de redención?
A la par, Han Kang plantea una poderosa reflexión sobre el cuerpo. El cuerpo femenino, marcado por el trauma, el dolor y la enfermedad, es aquí un campo de batalla pero también un espacio de redescubrimiento. La protagonista experimenta su cuerpo como un lugar fracturado, y sin embargo encuentra en la vulnerabilidad una forma de reconstrucción. El profesor, por su parte, vive con una visión limitada, lo que lo obliga a percibir a través de otros sentidos, a leer el mundo desde la oscuridad.
También resuena con fuerza el tema del trauma y la memoria. Ambos personajes arrastran heridas emocionales profundas que no se narran de manera explícita, sino que se sugieren, se intuyen, se filtran a través de los gestos, las miradas y los silencios. Esta narrativa fragmentada y contenida es parte del estilo inconfundible de Han Kang, que prefiere sugerir antes que explicar, invitar a la introspección antes que ofrecer certezas.
Estilo narrativo
Han Kang escribe con una prosa contenida, lírica y elegante. Su estilo recuerda al de un poema largo: cada palabra parece cuidadosamente seleccionada, cada frase está cargada de simbolismo. El ritmo pausado de la narración no es casual; refleja el tempo interno de los personajes, su necesidad de lentitud para procesar el dolor y la vida.
El uso de la primera persona en los capítulos alternos da voz —paradójicamente— a una mujer que ha perdido la suya. A través de este recurso, Han Kang permite que el lector entre en la intimidad de su mundo interior. Asimismo, la segunda voz narrativa, la del profesor, sirve como contrapeso: es reflexiva, serena, casi meditativa, y ofrece una visión complementaria que enriquece la historia.
Además, la autora utiliza imágenes poderosas: la luz, la oscuridad, el agua, la sangre, el mármol, los signos escritos… todo en la novela está imbuido de un sentido simbólico. La novela no busca ofrecer una historia cerrada, sino abrir preguntas existenciales, invitar a la contemplación.
Recepción y relevancia
La clase de griego ha sido celebrada por la crítica como una de las obras más sensibles y filosóficas de Han Kang. Su forma de abordar el sufrimiento humano sin caer en la morbosidad ni en la sentimentalidad fácil ha sido ampliamente elogiada. La novela también ha sido reconocida por su aproximación poética al lenguaje y por su audaz reflexión sobre lo femenino, la comunicación y la resiliencia.
En un mundo donde la sobreexposición y la inmediatez predominan, esta obra propone un gesto radical: el silencio, la pausa, la contemplación. Leerla es sumergirse en una experiencia casi meditativa, donde el tiempo parece detenerse y la palabra escrita adquiere un peso inusitado.
Conclusión
La clase de griego es una novela delicada, introspectiva y profundamente humana. Han Kang demuestra una vez más su maestría para explorar los recovecos del alma, para hablar del dolor sin gritar, para mostrar la belleza que puede surgir de la fragilidad. Es una obra que no busca respuestas fáciles, sino que invita a habitar las preguntas.
Ideal para lectores que valoran la literatura intimista, poética y filosófica, esta novela se consolida como una de las más maduras y conmovedoras de la autora. Una lectura exigente, sí, pero también luminosa. En sus páginas se encuentra el eco de voces antiguas, de heridas actuales, y de una humanidad que aún busca entenderse a sí misma a través del lenguaje, el silencio y el amor.