Los microrrelatos es uno de los medios creativos más fascinantes de la actualidad: increíblemente difícil, pero también increíblemente gratificante. Después de todo, los microrrelatos requieren que los escritores agrupen de manera efectiva una narrativa completa en 1.500 palabras o menos.
Pero cuando los escritores se enfrentan a este desafío, los resultados pueden ser exquisitos. Esta publicación está dedicada a esos deslumbrantes ejemplos de microrrelatos. Algunas historias tienen unos pocos párrafos, otras unas pocas líneas y otras solo unas pocas palabras, pero todas muestran una capacidad de narración que está fuera de este mundo. Sin más preámbulos, aquí hay algunos microrrelatos que vale la pena leer (muy rápido).
Amor 77, de Julio Cortázar
Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
La carta, de Luis Mateo Díez
Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
Toque de queda, de Omar Lara
—Quédate, le dije.
Y la toqué.
Fantasma, de Patricia Esteban Erlés
El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora.
El dinosaurio de Augusto Monterroso
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Calidad y cantidad de Alejandro Jodorowsky
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
Un sueño de Jorge Luis Borges
En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe, en caracteres que no comprendo, un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular… El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
La manzana de Ana María Shua
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad.