Con este artículo quiero recordar a algunas de las mayores exponentes de la poesía lésbica de la historia, tratando así de que sus versos ayuden, con la potencia de sus armas líricas.

Rosa María Roffiel, “Quise ser hombre”

Una vez quise ser hombre
para casarme con mi hermana
que ya lleva tres divorcios.
Para amar a mis amigas
que en cada relación mueren un poco.
Quise ser hombre
para fecundar sus vientres,
no de hijos, sino de poesía,
vino tinto, relojes parados,
unicornios azules.

Para decirle a Josefina
cuánto admiro su forma de entregarse.
Para escribirle a Rosi
esas cartas que no llegan nunca.
Llamar por teléfono a Pilar
que espera tantas tardes.
Llenar de caricias prolongadas
el espacio de Beatriz,
que vive sola
y le tiene miedo a los temblores.

Cristina Peri Rossi, “Ca foscari”

Te amo como mi semejante
mi igual mi parecida
de esclava a esclava
parejas en la subversión
al orden domesticado.
Te amo esta y otras noches
con las señas de identidad
cambiadas
como alegremente cambiamos nuestras ropas
y tu vestido es el mío
y mis sandalias son las tuyas
como mi seno
es tu seno
y tus antepasadas son las mías.
Hacemos el amor incestuosamente
escandalizando a los peces
y a los buenos ciudadanos de éste
y de todos los partidos.
A la mañana, en el desayuno,
cuando las cosas lentamente vayan despertando
llamaré por mi nombre
y tú contestarás
alegre,
mi igual, mi hermana, mi semejante.

Rosa María Roffiel, “Tus sabores”

Tu sexo me sabe a naranja
a campo
a miel
me sabe a volcán que se alza
a leyenda
a raíz que se prende a su ser
a puño cerrado
a patria
a ti
tu sexo me sabe a mujer.

Cristina Peri Rossi, “Bitácora”

No conoce el arte de la navegación
quien no ha bogado en el vientre
de una mujer, remado en ella,
naufragado
y sobrevivido en una de sus playas.

Grito, de Renée Vivien

“Tus pupilas azules, tus entornados párpados,

encubren un fulgor de confusas traiciones.

La emanación violenta, maligna de esas rosas

me embriaga como vino donde duermen venenos.

A la hora en que danzan, dementes, las luciérnagas,

y asoma a nuestros ojos el brillo del deseo.

En vano me repites las palabras de halago,

y te odio y te amo abominablemente.”

Mujer, de Audre Lorde

“Sueño con un lugar entre tus pechos

para construir mi casa como un refugio

donde siembro

en tu cuerpo

una cosecha infinita

donde la roca más común

es piedra de la luna y ópalo ébano

que da leche a todos mis deseos

y tu noche cae sobre mí

como una lluvia que nutre.”

Share:
Written by Avellaneda Flórez
¡Hola¡ Soy Avellaneda Flórez, licenciada en literatura de la Universidad del Valle. Soy, una mujer que se dedicó a la literatura como oficio, pues soy docente de lengua castellana. Busco trabajar con la literatura no solo en las aulas de clase sino en espacios poco convencionales como parques, ancianatos, plazas de mercado, la ruta de un bus.